Le pasó a una amiga…

(O a un personaje de una serie,
que llegó a los 40 sin un peso ahorrado).

 

Somebody Somewhere, 2022 - HBO Original

 

La ficción tiene algo maravilloso: nos permite hablar de temas incómodos sin sentirnos expuestas.

En este post, analizo tres series donde las protagonistas, todas arriba de los 38, enfrentan una misma pregunta incómoda: ¿cómo me sostengo sola económicamente? Trabajo, dinero, vínculos y decisiones que muchas veces se postergan… hasta que ya no queda otra.  Un recorrido para pensar(nos) sin culpas, pero con los ojos bien abiertos.

 

Somebody Somewhere, 2022 - HBO Original

 

Es interesante cómo, hasta hace no tanto (no crean que hablo del siglo pasado), en algunas series empezaron a dedicar unos minutos a retratar esta situación: una mujer adulta, protagonista, que de repente se queda sin plata. A veces porque perdió el trabajo, otras porque se separó. Y entonces, en medio de la urgencia, aparece la pregunta incómoda: ¿y ahora, sin guita, qué hago? El tema recién emerge cuando ya no hay margen de maniobra.

Como me resulta más amable analizar la vida de una persona ficcional —creada por un equipo de guionistas— que ponernos a señalar entre nosotras, hoy vamos con tres ejemplos de series actuales que pueden verse en plataformas. Les prometo no spoilear demasiado, por si no las vieron.

 

Morir de Placer, 2025 - Disney +

Elegí estas tres porque me gustaron mucho, valen la pena, y además porque en los tres casos las protagonistas tienen más de 38 años y están atravesando la tan mentada “crisis” de la mediana edad. Las ternadas son: Morir de placer (basada en un podcast de un caso real), Somebody Somewhere (inspirada en la vida de la productora ejecutiva de la serie) y Sirenas (Sirens, basada en una obra de teatro).

Dos de las series están dirigidas exclusivamente por mujeres. Somebody, en cambio, tiene capítulos dirigidos por distintas personas, en su mayoría hombres, aunque una de las directoras es también co-creadora de la serie. Esto no es menor. En los últimos —¿10 años?— empezó a emerger con más fuerza la participación femenina en la dirección de películas y series. No me animo a decir que “aumentó”, porque no es tan lineal: tal vez siempre hubo directoras, pero no las producían. ¿Por qué será, no?

Hace un tiempo vengo haciendo el ejercicio de buscar quién dirigió cada serie o película que me gusta mucho. Y ding ding ding, en todas las oportunidades es una mujer. Ejemplo clarísimo: Retrato de una mujer en llamas. Pero volviendo al punto: mujeres y dinero en la ficción. (Sí, esta terna es totalmente arbitraria, me di esa licencia).

 

En Morir de placer, la cosa va así:

Ante una situación de salud grave, ella decide sostenerse sola económicamente. Se muda, alquila, empieza a vivir por su cuenta. No tiene trabajo. Antes de eso, su fuente de ingresos era “acompañar al marido” en el negocio de él, sin cobrar un sueldo, claro está. En esta nueva etapa, se mantiene gracias a que puede cobrar por adelantado el seguro de retiro del matrimonio (su parte, por estar casada, ya que él era quien aportaba). Con eso se banca durante una equis cantidad de años.

En Somebody Somewhere,

ella empieza con algunos ahorros de trabajos anteriores. Está medio mal en su empleo actual, renuncia y se las rebusca con changas. Tampoco tiene muy claro qué le gusta o a qué se quiere dedicar. Se da un tiempo para “transitarlo”, pero la realidad es que las necesidades económicas la corren, y termina trabajando en un bar. En paralelo, administra la plata del cuidado de su madre y padre, mientras su hermana vive una realidad económica diametralmente opuesta. El tema del estilo de vida y el consumo aparece constantemente.


Y por último, Sirenas.

En este caso, lo económico parece estar resuelto desde el principio: una pareja multimillonaria, con problemas de toda índole, pero con todas las necesidades materiales cubiertas por varias generaciones. Hasta que ella —abogada que dejó de ejercer cuando se casó (¡red flag, amiga!)— empieza a revisar qué dice el acuerdo prenupcial. ¿Cómo quedaría si se separa? ¿Sin un peso y completamente afuera del mercado laboral?

Parece que en el momento del casamiento, el enamoramiento tuvo efecto narcótico y no le permitió ver nada. Diez años después, le cae la ficha… y bueno. La serie parece tranquila, pero en los dos últimos capítulos llega el tren bala y se revela todo. Hay un diálogo espectacular donde la protagonista ubica muy claro el sistema: “yo trabajo de esposa, y eso no tiene sueldo”.

Además, hay un paseo muy bien logrado sobre los lugares comunes: al principio ella es “la loca, la mala, la sospechosa”, y él el relajado. Pero claro… cómo no va a estar relajado si la plata la tiene él, ¿no?

 

En fin, mucho para sacar de esta serie. De las tres, en realidad.

  1. La invisibilización del dinero en la ficción femenina
    — Hasta hace poco, las series evitaban mostrar a mujeres adultas lidiando con problemas de dinero. Cuando aparece, suele ser una crisis que irrumpe tarde, con poco margen de reacción.

  2. Lo ficcional como espejo posible
    — Analizar estos temas desde la ficción permite tomar distancia y pensar sin culpas ni juicios. Nos habilita a hacernos preguntas sin caer en la autoexigencia o la comparación directa.

  3. Diversidad de situaciones económicas
    — Las tres protagonistas atraviesan distintos escenarios: dependencia económica del marido, changas post despido, o millonaria pero sin autonomía. La variedad muestra que el problema no es individual, sino estructural.

  4. La “crisis de los 40” como punto de inflexión
    — Todas enfrentan ese momento vital en el que se combinan preguntas existenciales con una urgencia económica. El dinero aparece como catalizador de decisiones.

  5. Dirección femenina y representación
    — El dato de quién dirige y escribe importa. La mirada sobre el dinero, el trabajo y las relaciones tiene lugar cuando podemos relatar una experiencia en primera persona. 

Sirenas, 2025 - Netflix

 

No nos quedan más que preguntas…

 

¿Qué lugares comunes nos traen las ficciones para pensar?

¿Qué vacíos persisten?

¿Por qué vamos a llegar a la adultez sin herramientas para gestionar una economía?



Tímidamente empezamos a contar con referencias concretas de mujeres que ocupan otros lugares, en la realidad y en la ficción.

Estas historias no son consejos financieros, pero sí disparadores valiosos. Para que todas nos pongamos a sacar cuentas y para hacernos preguntas incómodas a tiempo:

¿Qué tan propia es mi plata?

¿Qué tan propio es mi proyecto de vida?

¿Y si empiezo a ocuparme de esto y no espero a una crisis?

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La Incomodidad de la Clase Media